Tan antiguas como la magia misma, las pociones son combinaciones de una serie de elementos –por lo general, extraños y de uso poco común- que encuentran en la mezcla, y en un poder especial asignado a ella, cualidades asombrosas que permiten lograr un determinado objetivo.
Las pociones mágicas existen desde siempre y a través de ellas se intenta conseguir lo que de manera natural no se puede obtener, y dependiendo de los objetivos que se tengan con ellas, los elementos y los rituales que las cargan del poder especial serán distintos.
Las razones más comunes para preparar una poción mágica son las de protección contra el daño y la mala suerte a favor del amor y para conseguir todo aquello que por medios normales no nos ha sido posible alcanzar.
Algunos de los ingredientes más extraños usados en las pociones mágicas son los vinagres, la mandrágora, las flores de circe, la tintura cantárida, partes de animales, insectos y hasta sangre u otro tipo de fluidos, los mismos que han sido ingredientes comunes desde tiempos remotos.
Lo que sí se debe tener en cuenta cada vez que se realice una poción mágica, es que la habitación en donde se realice la preparación de este elemento sea purificada de antemano, especialmente con incienso.
Además de ello, si Ud. es quien va a preparar la poción mágica, no debe haber ingerido bebidas alcohólicas ese día, para no perjudicar el proceso y la energía que debe emanar del gestor del brebaje.
Tome un buen baño y para ello procure utilizar un jabón neutro, sin aromas especiales ni predominancias de elementos de cualquier tipo, y cada vez que vaya a realizar una mezcla de ingredientes, hágalo descalzo, alúmbrese con velas y evite la energía eléctrica.
Por último, recuerde que las pociones mal elaboradas y preparadas sin seguir exactamente las indicaciones de la fuente pueden conseguir efectos contrarios a los buscados, o en el peor de los casos, volverse contra uno mismo.
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