Hay objetos que, como se ha dicho, cumplen la función de amuleto; sin embargo, para que un elemento pueda ser considerado como tal, debe haber sido hecho con un material noble (madera, piedra, metal) y tras la consagración no deberá ser tocado por nadie que no sea su dueño. Es importante aclarar que si un amuleto no se consagra puede, asimismo, brindar protección; lo que ocurre es que tendrá mucha más fuerza y será más efectivo si la ceremonia tiene efecto. El ritual de consagración deberá hacerlo el dueño final del amuleto ya que por medio de ésta el objeto se vinculará y protegerá a su poseedor. El ritual de consagración que se explica a continuación deberá realizarse en día sábado.
Objetos necesarios
El amuleto que se quiera consagrar
– Cinco hojas de ruda
– Una vela negra Un espejo de mano
– Un paquete de sal
– Un objeto que represente al oficiante
El objeto que represente al oficiante puede ser una prenda de vestir que le pertenezca, una foto o un papel que tenga escrito su nombre completo. Las hojas de ruda se pueden conseguir en cualquier herbolario.
Ritual
• Poner el espejo boca arriba en el centro del lugar donde se vaya a hacer la ceremonia (ver dibujo).
• En el centro del espejo colocar la vela negra.
• A la izquierda de la vela, también sobre el espejo, colocar el objeto que represente al oficiante y a la derecha, el amuleto que se quiera consagrar.
• Disponer las cinco hojas de ruda como se muestra en el dibujo; es decir, colocándolas en las puntas de una estrella imaginaria.
• Rodear estos objetos con un círculo de sal gorda.
• Encender la vela.
• Recitar la oración.
Como se ha dicho, una vez que el amuleto haya sido consagrado, no deberá ser tocado por ninguna otra persona. Si eso ocurriera, lo más aconsejable es volver a consagrarlo.
Oración
Camael, jefe del Coro Sexto,
tú que conoces el bien y el mal,
protégeme por medio de este amuleto
enviando a tu poderoso ejército contra mis enemigos.
En esta invocación se alude a Camael, uno de los primeros ángeles creados por Dios. Es el jefe del orden y su nombre significa «el que ve a Dios». Es el ángel que se presentó a Jesús en el huerto de Getsemaní. Para los druidas, Camael es su dios de la guerra y capitanea 144.000 ángeles. Es, sin duda, uno de los mejores protectores que se pueden invocar.
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