Magia blanca contra el mal de ojo

Hay talismanes poderosos de magia blanca contra el mal de ojo, que es el mal que nos infringen las personas envidiosas o que desean los bienes y la felicidad que poseemos. Sin embargo, hay de varios tipos de mal de ojo, algunos que devuelven el mal y otros que simplemente lo anulan. 

Se debe tener en cuenta esto, pues hay muchas personas que hacen mal de ojo sin malas intenciones, simplemente se trata de gente que tiene una necesidad y provoca el daño inconscientemente. Es el caso de las personas que miran un bebé recién nacido y le echan el mal de ojo sólo por admirarlo, por lo general se trata de mujeres que no han podido tener hijos y que sufren por ello.

La magia blanca contra el mal de ojo aconseja en estos casos atar cerca del niño una cinta roja. La cinta debe ser cortada en diagonal y atarse con doble nudo en el coche del bebé, en su muñeca o en su cuna. Se puede utilizar la cinta para colocar en otros sitios, como en el negocio, en un coche nuevo, en la casa, etc.

Otro talismán de magia blanca contra el mal de ojo o amuletos contra el mal de ojo muy efectivos es el clásico prendedor de Hamsa. Este talismán lo consigues en tiendas esotéricas y se trata de una mano con un ojo azul.
Su nombre deriva de la palabra hebrea “hamesh” que significa cinco y se utiliza colgado al cuello de una persona.

Al notar que alguien te mira con envidia, toma el Hamsa con la mano derecha y repite las siguientes palabras en hebreo:

A rahá olej le jasará, lo garim ití, Hamsá, jamesh, arbah, shalosh, shtaim, ejat…

Al decir: “Jamesh, esré, shalosh, shtaim, ejat” lo que se está haciendo es contando “5, 4, 3, 2, 1”, en ese momento debes concentrar tus energías para que el mal de ojo se revierta y vuelva a la persona que te está perjudicando.

Para protegerte con magia blanca contra el mal de ojo puedes también hacer la señal de la cruz y señalar hacia la persona con el dedo índice y el meñique, mientras rezas una oración.

Con el poder de la magia blanca haz un amuleto contra el mal de ojo utilizando las hierbas protectoras, como el eucalipto, el laurel, el helecho, el ajo, el anís, el cactus o la cebolla.