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El misterio del amor y la Seducción



El amor es un tema que siempre nos hace caer en todo tipo de aventuras, descubrimientos y muchas preguntas que parecen no tener respuesta y representan todo un misterio. ¿Por qué si antes queríamos a una persona de repente ya no la queremos? ¿Por qué es tan difícil dejar de sentirse atraído por alguien, aunque ese alguien no corresponda? ¿Por qué nos sentimos atraídos por quienes nos hacen sufrir? ¿Qué es lo que nos hace enamorarnos? ¿Qué es lo que hace que el amor brille un día como el sol, y al otro mengue como la luna,  y nos deje de bañar con su plateada luz

Habrá quizá muchas perspectivas para ver esto. Los poetas dirán una cosa mientras los científicos otra. En realidad, ninguno y todos pueden tener la razón, lo interesante es explorar los puntos de vista desde donde ve el amor cada persona.

Por ejemplo: los psicólogos afirman que la búsqueda o el encuentro con el amor esta asociado a todo eso que vivimos de pequeño: los recuerdos, la forma en como fuimos tratados y la manera en como interpretamos determinadas experiencias. Todo esto hace que de alguna forma busquemos determinadas parejas, y que nos enamoremos de algunas personas y no de otras.

Pero, ¿será lo mismo el amor que la atracción?

Hay quienes afirman que la atracción entre dos personas es todo un misterio, un encuentro divino. Otros dicen que tiene que ver con eso que llamamos química. La química es aquello que nos hace reaccionar de formas atractivas ante determinadas personas.

La química, desde la perspectiva de la psicología, parece que tiene que ver con moldes mentales que previamente elaboramos en base a toda esa información almacenada en nosotros. De alguna forma, antes de conocer a alguien, ya se ha construido una imagen mental de las características y rasgos en la personalidad que debe tener la persona con la que nos sentiremos atraídos. El “flechazo” que sentimos no es sino una respuesta al reconocimiento de este molde.

Pero Por qué sólo nos enamoramos de ciertas personas

Los seres humanos necesitamos obtener un determinado tipo de amor de ciertas personas porque de alguna manera estas nos hacen crecer o estirarnos. Esto, como se ha explicado, tiene que ver con los moldes previos que asociamos a lo de sentir admirados y dichosos.  Esto es un proceso tan complejo que tiene mucha tela de donde cortar, pero podríamos resumir que uno busca en otra persona, entre otras cosas, la posibilidad de crecer y ser más grandioso de lo que uno se percibe. 

Nos sentimos atraídos por lo que no hemos podido conquistar de pequeños. Por ejemplo: si de pequeña una niña necesitaba el reconocimiento o admiración del padre, el cual era una persona de carácter frío y distante, de grande esta niña estará orientada a buscar de alguna forma personas que la conecten con ciertos rasgos del padre frío y distante, de manera que ella pueda lograr la conquista que de niña no le fue posible.

Otro ejemplo sería el caso de un niño que de pequeño percibe a su madre como su fuente de amor, hermosa y admirable. Pero la madre pudo tener actitudes agresivas, indiferentes o incluso de maltrato al pequeño, lo cual frustró en el niño la capacidad de conquistarla, de pedir lo que necesitaba y acercarse a ella.  De grande, este “niño frustrado” que guarda el adulto de ahora, estará de alguna forma orientado y atraído a buscar o encontrarse con mujeres muy hermosas, pero que quizá lo maltraten, o sean frías o distantes. Su apego a mujeres que lo rechacen o incluso traicionen puede deberse a una insistencia frustrada de tratar de conquistar el amor que no pudo de pequeño.

Como hemos dicho, esto es tan complejo que no debe tomarse tan literal, pues habría que hacer muchas valoraciones sobre todo en las percepciones de nuestro mundo de niños, más que de las vivencias, pues los moldes mentales se forman en base a percepciones y no tanto a experiencias. Esto significa que un niño pudo haber percibido a su madre como distante, cuando un mismo hermano la percibe como trabajadora.


Desde este punto de vista, el amor de los jóvenes y adultos podría entonces explicarse como una forma  de ganar algo que no sentimos ganados de niños. Esta perspectiva podría ayudar a comprender porque a veces nos gustan las relaciones que nos hacen sufrir o que no nos aportan.


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