Afortunadamente en la época actual, todas las personas pueden disponer de un espejo en el que trabajar mágicamente. Antiguamente este tipo de trabajos debían hacerse a través de una placa de metal o incluso utilizando el agua de los estanques.
Las imágenes reflejadas en el espejo forman un conjunto armónico entre la persona y su reflejo, convirtiéndose luego de un ritual en un potente y efectivo sistema de rebote de negatividad.
En cualquier tienda especializada, grandes almacenes o cristalería, pueden encontrarse espejos más o menos sofisticados, más o menos lujosos, incluso alguno supuestamente mágico. Conviene rehuir de todos ellos, ya que se trata de usar un espejo lo más sencillo posible, por ello recomendamos al lector que deseche todo tipo de espejo construido con fines decorativos y proceda a buscar la esencia en una cristalería, comprando un cristal de espejo lo más puro posible, cuadrado y de unos cincuenta centímetros por lado.
Lógicamente podríamos ofrecer al lector diversas indicaciones sobre cómo construir un espejo, pero ello implicaría un gran número de aclaraciones y conceptos técnicos que nos apartarían de nuestro camino: obtener de casi nada, un espejo purificado, mágico y personalizado.
Para proceder a la personalización y purificación del espejo, en primer lugar el oficiante colocará su cristal en el suelo apoyándolo en una pared. Colocando a derecha e izquierda del espejo, una vela encendida de cera virgen.
A continuación el oficiante se sentará en el suelo, frente a su espejo y entrará en estado de relajación, realizando una meditación y emitiendo la orden de que aquel espejo le pertenece y le prestará ayuda en su solicitud especial de vencer el posible mal de ojo. Cuando haya realizado estas operaciones durante tres días podrá pasar al siguiente ejercicio, que tendrá la finalidad de generar rebotes vibracionales.
Pasada la personalización ya descrita y siempre a partir de la puesta del Sol, nos situaremos frente a nuestro espejo colocando a la derecha una vela negra y a la izquierda otra blanca. Encenderemos ambas con cerillas de madera y posteriormente entraremos en relajación con los ojos cerrados visualizando la palabra “protección”.
Tras unos minutos abriremos los ojos y nos miraremos directamente al espejo, centrándonos en nuestros propios ojos mientras invocamos:
“Este soy yo. Aquí está mi poder. Este es mi reflejo. Aquí está mi esencia”.
Repetiremos varias veces en voz alta estas indicaciones y a continuación sin apartar la mirada de nuestros propios ojos invocaremos de nuevo:
“Por el poder de la energía, por el poder de los reflejos te pido espejo que de la misma forma que reflejas mi imagen en tu superficie, refleje hacia fuera de mí toda negatividad y todo mal.
Pido que el mal que me llegue salga de mí y los deseos negativos vuelvan a quien los ha provocado”.
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